Realmente, sobre lo que escribe la periodista M. Ángeles González (maguisado@diariosur.es), en diario SUR, es algo que quienes tenemos demasiada experiencia profesional hemos utilizado en más de una ocasión, sin habernos preocupado demasiado por ponerle un nombre o por denominarlo de una forma concreta.
En su artículo, lo encabeza diciendo que «La crisis obliga a eliminar formación y experiencia para conseguir un trabajo» y que «Las empresas descartan a los candidatos sobrecualificados por temor a que se sientan frustrados y busquen un empleo mejor«. Un dato muy interesante y que consigue convertir en elemento angular o piedra clave de la situación laboral actual española.
Con posterioridad fui comentado en mi línea de tiempo de Twitter que comentaría este asunto, cosa que no he hecho hasta ahora, por falta de ganas y de tiempo.
La verdad es que Maria de los Ángeles tiene toda la razón, aunque habla de algo que está en boca de todos. Y es algo que todos, de una forma u otra, estamos haciendo sin darnos cuenta.
Rebajar la cualificación profesional para optar a puestos de trabajo sí o sí
La realidad es que la falta de oportunidades de empleo y el exceso de candidatos para cualquier puesto, han puesto el panorama laboral español en la picota. Y obliga a los parados a buscar nuevas formas y modalidades de poder acceder a puestos de trabajo.
Antes de Navidades anduve charlando con el responsable del departamento de recursos humanos una cerámica castellonense.
Paradojas de la vida, soy de los pocos que quizá conozca personalmente, no a uno, pero sí a varios directores de esta área en Castellón, y sin embargo, y a pesar de conocer mis cualidades y mis capacidades profesionales, no pueda contar un una ‘ayudita’ para incorporarme al engranaje del empleo en esta provincia.
Nunca me ha gustado aprovecharme de ello. Y si pudiera hacerlo, creo que lo evitaría. Incluso en estos momentos.
El caso es que charlando sobre la posibilidad de trabajar con ellos, me comentaba que la situación actual es tan mala, que para un puesto determinado, cuando antes necesitaban contar con varios meses para finalizar todo un proceso de selección, en estos momentos, se encuentran conque en pocos días tienen a más de medio centenar de candidatos cualificados (y cuando me refiero a cualificados es que cumplen de sobra con los requisitos de la oferta y pueden permitir el lujo de elegir).
Así es.
La demanda es tan alta y la oferta tan baja y precaria, que la sobrecualificación y la preparación no es un valor añadido en alza. Ni un elemento diferenciador. Sino más bien, una coincidencia recurrente.
Por otro lado, nos encontramos ante la tesitura de que si queremos optar a puestos de menor cualificación profesional (por el hecho simple y llano de poder tener unos ingresos fijos mensuales), hemos de aparentar una cualificación profesional inferior a la demandada.
El meollo del asunto
Sucede que las empresas, en general, han reestructurado su capital humano por doquier.
Sucede que en la mayoría de las empresas, el personal cualificado ha tenido que abandonar su puesto de trabajo por necesidades de la producción.
Y, sucede que esta ingente masa de personas ha de enfrentarse a ofertas de trabajo que, generalmente, son inferiores en cuanto a la capacipación profesional demandada para el puesto, que la que ellos mismos pueden ofrecer.
El problema es que la empresa, a la hora de seleccionar a las personas que puedan desempeñar el puesto, siempre tenderá a llamar a aquellos que mejor se adapten (por defecto) al puesto.
Por defecto de formación y de preparación, se entiende.
La razón es que, la empresa siempre piensa que:
1. A un trabajador menos cualificado, siempre le puedo ofrecer menos sueldo mensual.
2. Un trabajador cualificado, en cuanto pueda optar a otro puesto de trabajo más adecuado a su perfil, me abandonará y todo el tiempo invertido en esa persona, será tiempo perdido y desperdiciado.
Creo que es un error empresarial gravísimo.
Así, el trabajador que opta a su puesto ha de maquillar y modificar a la baja su currículo original, para que su experiencia profesional (no ya en cuanto a dónde haya trabajado, pero sí a lo que haya hecho) no sea demasiado rimbombante, y no asuste al entrevistador o al empresario.
Oportunidades perdidas
Mi opinión es que las empresas de selección y los empresarios que empleen estas técnicas de selección, comenten un grave error.
Creo que la situación actual puede beneficiar a las empresas para hacerse (dentro de lo razonable) con profesionales que pueden darles valor a su empresa.
Creo que la capacitación en exceso para cualquier puesto (dentro de lo razonable) puede impulsar el negocio de la empresa, su productividad y su crecimiento.
Creo que si se adoptan los elementos necesarios para que empleador y empleado cohabiten en cuanto a necesidades y propuestas, el ratio oportunidad-fortaleza puede ser superior al de debilidades-amenazas.
No tanto ya mirando por una retribución de carácter económico, pero sí buscando beneficios de cualquier tipo que puedan beneficiarles a ambos.
Es obvio que si una empresa busca a un empleado de un determinado perfil es porque necesita ese perfil. Pero también puede aprovechar su capacitación extra para dejar que se pongan en marcha otros servicios. Y, una vez analizado el beneficio para la empresa, sopesar qué tipo de compensación ofrecer al trabajador. Incluso creando un nuevo puesto de trabajo que puede llegar a ocuparlo él mismo.
A modo de conclusión
Pienso que en los momentos de crisis hay que pensar más en el capital humano, como inversión, que en la apuesta por la formación desde abajo.
Ya hemos perdido casi tres años de beneficio desde que se inició la crisis, y todo ese valor humano va a desaprovecharse. Valor que ha ido gestándose y generándose en época de bonanza, y que hay que exprimir al máximo ahora. Pero no en lo económico, seamos justos.
No se trata de pagar menos al trabajador porque sí. Ya se le recompensará cuando se pueda de la mejor forma posible.
Bien motivando al trabajador con recompensas sociales o incluso con la reducción del horario laboral a cambio del mismo sueldo.
Tengamos en cuenta que la gente preparada es capaz de hacer más en menos tiempo. Y eso a la empresa le va a suponer siempre un ahorro de costes generales.
E incluso apostar por el teletrabajo, aunque se trate de empresas pequeñas.
Se trata de buscar que el trabajador esté a gusto, integrado en el engranaje de la empresa. Que se sienta querido, valorado.
Si no se le puede recompensar con un sueldo acorde con su valía, busquemos fórmulas alternativas.
Pero no dejemos en el olvido y aletargados a profesionales cualificados y preparados, porque son capitales para el desarrollo del tejido empresarial. Saben adaptarse y crecer con las adversidades.
E incluso convertirse en poderosos aliados que puedan sacar del atolladero a muchas empresas, en los peores momentos.
Hay que apostar por ellos.
Por nosotros.
Por gente como yo.
No somos parias.
Y seguramente se sorprenderían de lo que podríamos hacer por poner en marcha nuestra maquinaria creativa al servicio de cualquier empresa que nos requiera.
Entrada del 10.
Es enero.
Año 2.
2011
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Antonio Vallejo Chanal
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Caray, qué razón tienes, Antonio. Tanto en lo de reducir curriculum, como en lo de sentirse valorado. El tener un título no quita para que necesitemos pagar las facturas, como todo el mundo, y encontrar un trabajo en el que nos sintamos agusto, con ganas de ir, de aportar, de crecer, no necesariamente económicamente, que sabemos cómo está la cosa, pero, efectivamente, hay muchas formas de «pagar» sin añadir ceros a la nómina (más seguridad, tranquilidad, buen ambiente…).
Gracias por poner un rayito de luz.