Amanece en Almenara – Día 2. Año 0

 

Os voy a contar algo. Amanecía, yo, a las siete y cuarto de la mañana, mientras el día parecía desperezarse y dormitar entre las nubes que se adivinaban en el horizonte. Sobre el mar.

La mañana, lejos de parecer fría, se adivinaba cálida ante un cielo completamente despejado con tonalidades irisadas que bailaban entre el anaranjado brillate y el cián más oscuro. A lo largo de veinte intensos minutos, estuve concentrado tratando de captar ese mágico momento que, aunque parezca mentira, es difícil de contemplar en estos lugares.

Todo parece diferente cuando tienes el privilegio de ser testigo de un paisaje tan hermoso, de un regalo de la naturaleza que nunca es igual por muchas veces que lo veas.

El crepúsculo ha sido fantástico. Lento en sus movimientos, pero dulce en el devaneo que me ha mantenido en vilo, y que ha propiciado el baile entre el sol y las nubes.

Como si jugaran al escondite.

Luego, he tenido que darle la espalda al sol.

Dejar tras de mi a la mar.

Y volver sobre mis pasos para regresar al hogar.

Acompañado de mi siempre fiel compañero. De aquél que corretea olisqueando con curiosidad todo cuanto se le pone por delante.

La vida, mi vida había de continuar como la de cualquier otro lunes.

Rutina.

Organizando la jornada de trabajo y tratando de sopesar los pros y los contras de unos objetivos que han de superarse para poder tener algo por lo que dar gracias cuando la noche me alcance.

La incertudumbre ha sido la tónica del día.

Desazón, por no tener claro que todo el esfuerzo que estoy realizando vaya a tener un resultado positivo.

Ansiedad, por tratar de conseguir dar más del ciento por ciento aún a sabiendas de que existe el riesgo real de que todo se quede por el camino, y se pierda en una mala jugada del destino.

Confusión, porque he de caminar a hurtadillas sobre el filo de una navaja de Occam, por acontecimientos que no puedo ni prever, ni controlar, ni determinar su resultado. Ni tan siquiera saber si van a suceder como espero.

Indeterminación, precisamente porque hoy ha sido un día en que la determinación ha brillado por su falta de presencia.

Aflicción, porque al final del día de trabajo me ha parecido ver desbrozadas las esperanzas de poder conseguir éxitos, y sentirlos fracasos al llegar la noche.

Pero, como el valiente, o tal vez como el incnosciente que soy y he sido siempre, albergo esperanza.

Mañana se aventura un día incierto. Pero seguramente si así no lo fuera, no sería tan divertido.

¡Promete!

En un ratito daré paso a hadas y duendes.

Hasta entonces trataré de recordar ese primer momento de luz diurna que tan fuertemente ha quedado impreso en mi retina.

Diario desde la Playa.
Entrada del 23.
Es noviembre.
Año 0.
2009

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Consultor y Estratega en Social Media y Marketing Digital. Mentor en redes sociales y marca personal. Escritor. Conferenciante. Formador. HootSuite Ambassador Lat-Am y España. Profesor de comunicación digital y marketing digital. Director de formación y profesor en Escuelas de Negocio y centros de estudios. Asesor de empresas en las Cámaras de Comercio de la Comunidad Valenciana.

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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Toño V. Chanal

    Pues llevo tres de tres. Y eso que en esta zona no suele haber suerte para ver el amanecer porque hay mucha nubosidad proviniente de las Baleares. La verdad es que sí que puedo sentirme afortunado.

  2. Silvia

    Empezar el día viendo amanecer es como hacer un reset completo. Todo amanece: ilusiones, alegrías, energías, sentimientos, optimismos, proyectos, amistades,…
    Y leerte ha sido revitalizante.