Primer curso in-Company de redes sociales – apuesta x #empleo

Os voy a contar algo. He dormido intranquilo. Nervioso. Me ha dominado la ansiedad a lo largo de toda la noche. Primero por no haber terminado del todo de instalarme en el piso. Segundo, y fundamental, por la inminente entrevista de trabajo que tengo dentro de unas horas. Aunque bien pensado no es una entrevista de trabajo.
Ayer ya estuve un rato hablando con quien me ha seleccionado para que imparta el curso de redes sociales in-company para una empresa de Valencia.
Y a principios de esta semana también recibía a través de mi perfil de Xing otra propuesta para impartir otro curso de redes sociales en otra empresa de formación de Valencia.
Valencia se mueve.
Si la cosa va por buen camino, seguramente apueste por mudarme o por instalarme allí profesionalmente hablando.
Hay gente que prefiere la gran urbe para vivir y dormitar.
Yo soy culo de mal asiento.
Prefiero establecerme donde mis pasos me lleven, aunque el trabajo se encuentre algo distante y diferido.
Sé que tengo confirmado el puesto de formador para la semana que viene.
Se avecina un fin de semana intensísimo.
Me visitan mis padres.
Seguramente mi padre aprovechará para ponerme al corriente de algunas cosas pendientes que se quedaron en Cartagena.
Proyectos por cerrar.
Todo parece ser proyectos por cerrar. Nada por confirmar.
Y siento el lastre de carecer de Internet en mi propia casa con la que poder trabajar a mis anchas para hacer lo que más deseo que no es otra cosa más que trabajar.
Me tocará adelantar algo esta tarde, y trabajar como un orco durante lunes y martes para dejarlo todo listo de cara al miércoles.
Qué lejos y qué cerca se me hace el próximo miércoles.
Primer día del curso.
Primero día frente a unos alumnos que esperarán que dé lo mejor de mí para que puedan aprender lo mejor de las redes sociales.
Una apuesta que me posibilita la oportunidad de seguir trabajando con ambas empresas: la que me ha encontrado y para la que impartiré el curso (espero).
Analizo mi armario.
La primera impresión es lo que cuenta.
Traje… Descartado.
Por serio y porque la lluvia arruinaría lo liso de la raya de mi pantalón.
Me quedo con un pantalón de lona y una chaqueta de vestir.
Paraguas…
Fundamental.
Salgo con hora y media de adelanto sobre la hora de la reunión. No quiero llegar tarde. Y tengo que encontrar el sitio.
Esta vez el viaje lo hago sólo.
No se puede ir todos los días acompañado.
No es bueno abusar de la confianza de la gente.
Llego bien.
Pero me pierdo de nuevo.
Doy más vueltas que una peonza tratando de encontrar un lugar donde aparcar en donde no haya que pagar tributos.
Lo encuentro.
Cinco minutos antes de la hora prevista.
Voy bien.
Hay margen.
La puntualidad británica que me caracteriza brillará por su ausencia, pero al menos llegaré a tiempo.
Me llaman al móvil.
Es mi contacto.
Le cuento que ya estoy por los alrededores. Le ubico y me ayudo a ubicarle.
En la distancia de una estrecha calle, bajo la lluvia, le diviso.
Mi brazo se alza con el paraguas en un intento porque me localice.
Me ve.
Colgamos.
Hemos quedado en el bar a unos pocos metros enfrente de mí.
Llueve incesante.
Espero que el agua preceda a la abundancia.
Cuando nos vemos me encuentro a un chaval joven. Viste tipo Groupie.
No lo esperaba.
En la foto de su perfil de Twitter llevaba chaqueta.
Me ha engañado vilmente.
Lleva pantalones vaqueros. Castellanos (menos mal que no mocasines, iría empapado). Chaleco sobre una camisa que le sobresale del pantalón. Chaqueta.
El pelo rapado como yo.
Me ha engañado bien.
Ahora es cuando empiezo a sentirme incómodo.
¡Ja!
Seguro que el que va fuera de tono soy yo.
¡Ja!
Apenas tenemos quince minutos para conocernos.
Para que me explique la idea que tiene del curso.
Luego vendrán los responsables de la empresa.
Necesito una cerveza con limón, fría.
Y algo de comer.
Me ha engañado bien.
¡Ja!
Ya me imagino al resto de la empresa.
No prejuzgo…
Es que son de mi estilo y el que va a parecer disfrazado voy a ser yo.
¡Ja!
En fin.
Corro un estúpido velo.
Llegan.
Me pillan con un pe’azo-trozo-bocata-lomo-con-tomate en la boca.
Para mis adentros pienso que ya no puedo cagarla más.
Bueno sí.
Espero a terminar el mordisco antes de decirles nada.
Y bajo la cabeza en diagonal.
No sea que les escupa algo…
(¡Dios que pensamiento más desagradable!).
Cuando termino es cuando les miro de arriba abajo.
Lo dicho.
No de mi quinta. Sí de mi estilo.
Tipo JASP.
Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados (el Trueno Azul).
Hablamos largo y tendido.
No piden nada.
A mi derecha el zumo de piña de mi valedor ante la empresa.
Frente a mí, un tercio vacío y un vaso ancho medio lleno de limón y elaborado de centeno.
Ya sólo queda un huérfano plato de cacahuetes con cáscara en el centro de la mesa.
Hablamos.
Veinte minutos bastan para trazar las directrices del curso.
Para presentarnos.
Para conocernos.
Para cerrar el acuerdo y formalizar el curso in-company.
Me dejan en el aire si lo haremos la semana que viene.
Quieren venir seis personas, pero dos de ellas el viernes lo tienen complicado.
Igual hay suerte y tengo algo más de tiempo para prepararlo.
Aunque en realidad no importa.
Mi intención es impartir el mejor curso que puedan recibir.
Nos despedimos.
Nos vamos.
De camino a Castellón trazo ruta hacia la otra empresa de formación.
Quiero indagar sobre novedades.
Si han tomado alguna decisión.
Conocerles y que me conozcan.
Les llamo.
Nos vemos.
Hablamos.
Nos conocemos.
Parece que todo se reduce a eso.
Dejamos in albis el curso de mayo.
Les reitero mi propuesta de colaborar como Community Manager para Valencia.
Regreso a casa.
A última hora de la tarde recibo un mensaje directo en Twitter: “el curso se retrasa hasta finales de mes, profe”.
Lo bueno de todo esto es que si la cosa sale bien, ya me han confirmado colaboraciones futuras.
Me llaman al móvil.
El responsable de la empresa de formación del curso in-company quiere que le oriente un poco sobre cómo dar el curso  de iniciación a las redes sociales que él impartirá el lunes, martes y miércoles.
Las cosas están cambiando.
Hay que aprovechar los vientos favorables.
Hasta el lunes.
Entrada del 4.
Es marzo.
Año 2.
2011

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